Lisboa, la ciudad prometida

Opinión.

La experiencia democrática en la política local portuguesa, al menos en Lisboa, es muy decepcionante.

Pedro Franco (foto LPP)

La serie Arroyo ShittEsta serie de la HBO cuenta la historia de una familia adinerada que, debido a una serie de desgracias, acaba viviendo en este pequeño pueblo de Estados Unidos. En un momento de la serie, una de las protagonistas, Moira Rose, es elegida concejala y vemos su primera aparición en el ayuntamiento. La vemos muy dispuesta a resolver los problemas de la gente, aunque no haya fondos, porque para ella la política es como el teatro, su antigua profesión: lo que importa es impresionar al "público". Todos la aplauden. Pero entonces el veterano "alcalde", Roland Shitt, da el visto bueno y resume la postura del ayuntamiento ante las propuestas de los ciudadanos con la típica frase: al fin y al cabo, "nos lo pensaremos".

Lo curioso de este episodio es que, como lisboeta, mi experiencia de participación democrática en la política local es exactamente la contraria. Mi alcalde, Carlos Moedas, es igual que Moira Rose -promete impresionar- y son los concejales y técnicos los que luego me dicen "vamos a pensarlo". Sin embargo, dudo que en el caso de Lisboa sea la falta de medios legales o financieros para llevar a cabo mis propuestas y las de mis vecinos. Lisboa no es Arroyo Shitt - Creo. Te resumiré mi historia.

En 2022, decido participar en una reunión pública del ayuntamiento para exponer los diversos problemas de la zona donde vivo. Entrecampos, en Lisboa, es uno de los lugares de la ciudad con más muertes en carretera y mayores niveles de contaminación atmosférica y acústica, según informes de diversas organizaciones y del propio ayuntamiento, con niveles muy por encima de lo permitido por la ley. Pido soluciones para calmar el tráfico. Todos los concejales son unánimes en su reacción a esta intervención. Hay que hacer algo. El Presidente, Carlos Moedas, lo elogia y promete un cambio. Pero luego el Concejal de Movilidad, Filipe Anacoreta Correia, y la respectiva Dirección Municipal no se comprometen.

Finales de 2023. Mis vecinos y yo recopilamos información sobre el tráfico con un sensor homologado y descubrimos datos estremecedores: más de 1000 coches circulando por nuestra avenida a más de 70km/h. Lanzamos una petición. Colgamos carteles. Hablamos con la comunidad local, los consejos parroquiales y la prensa. Propusimos medidas concretas para reducir al menos los accidentes de tráfico. Recogimos más de 400 firmas, muy por encima del mínimo exigido (150 firmas). Hemos visto cómo se denegaban varias solicitudes de intervención en reuniones públicas, sin que se aclararan los criterios de selección, así que vamos a la Asamblea Municipal, donde descubro que casi ningún diputado acude a escuchar a los ciudadanos y los que lo hacen hacen un ruido constante mientras el ciudadano habla.

Finalmente, tras presentar la petición, conseguimos hablar de nuevo en una reunión pública. Escuchamos una disculpa del Presidente por la inacción y una promesa de actuación en el primer trimestre de 2024. Aún no se ha hecho nada y sigue habiendo accidentes, atropellos, ambulancias atascadas en el acceso al Hospital Santa María y ruido constante. No se trata de un caso aislado. Los más de 1.000 vecinos que pidieron peatonalización de la Travessa dos Mastros escuchó el entusiasmo de Moedas y Anacoreta Correia por su propuesta a principios de año, y hasta ahora no se ha hecho nada.

La experiencia democrática en la política local portuguesa, al menos en Lisboa, es muy decepcionante. Ni siquiera los muy publicitados momentos del Consejo Ciudadano, ahora en su tercera edición, parecen traducirse en medidas concretas. ¿Dónde están, por ejemplo, las señales de que Lisboa avanza hacia el modelo del ciudad de 15 minutos¿O la lucha contra el cambio climático, uno de los temas tratados en el Consejo Ciudadano? ¿O la lucha contra el cambio climático? De hecho, las medidas adoptadas parecen ir hacia atrás, sobre todo si tenemos en cuenta la mayor volumen de coches en la carreteraen comparación con el periodo prepandémico.

Las ciudades tienen un papel fundamental a la hora de abordar no sólo los problemas locales, como la seguridad vial y la movilidad, sino también los globales, como la acción por el clima, ya sea adaptación o mitigación. De hecho, los problemas están interconectados. Es una pena que una ciudad no aproveche el potencial de sus bases democráticas, que siempre tienen información que se escapa de los despachos. Lo que vemos es que el diálogo entre los órganos municipales y los ciudadanos se reduce a promesas y arte escénico. Todos salimos perdiendo. Pero, por supuesto, este ejecutivo municipal aún tiene un año para demostrar que me equivoco.


Artículo publicado originalmente en Público.

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